Misterio de la Momia by Robert Arthur

Misterio de la Momia by Robert Arthur

autor:Robert Arthur
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga
editor: Molino
publicado: 1964-12-31T16:00:00+00:00


—Quizá Wilkins nos aclare algo si podemos reanimarlo —dijo el ¡profesor, mientras le frotaba las muñecas.

—¡Wilkins, viejo amigo, háblame! ¡Dime qué sucedió!

El mayordomo abrió los ojos. Miró al profesor Yarborough, si bien no ¡pareció verlo. Sus pupilas carecían por completo de expresión.

—¡Wilkins! ¿Qué sucedió? —preguntó el científico—. ¿Quién robó a Ra-Orkon? ¿Fue el comerciante libio?

El mayordomo realizó un esfuerzo.

—¡Anubis! —susurró aterrado—. ¡Anubis!

—¿Anubis? —preguntó el anciano—. ¿Te refieres al dios chacal? ¿Quieres decir que Anubis robó la momia?

—¡Anubis! —repitió Wilkins.

De nuevo cerró los ojos.

El profesor puso una mano sobre la frente de su mayordomo.

—Tiene fiebre. Muchachos, hay que llevarlo al hospital, en seguida. Aún no daré parte a la policía. Los periódicos Jo transformarían en una historia sensacionalista. Wilkins parece afirmar que un antiguo dios egipcio robó la momia. Y aquí hay un gato idéntico al favorito de Ra-Orkon, muerto tres mil años atrás. Estoy muy confundido, pero la salud de Wilkins es antes. Lo llevaremos al hospital en vuestro coche, si no os importa. Cuando pueda decirnos qué ha sucedido, sabremos a qué atenernos.

—Vosotros encargaros del gato, y mañana me telefoneáis.

Ahora, ayudarme a levantar a Wilkins. Debemos llevarlo al coche en seguida.

Wilkins fue ingresado en la clínica particular de un doctor amigo del profesor. Bob y Júpiter regresaron al ¡puesto de mando. El primero sostenía el gato, que ronroneaba pacíficamente en sus brazos.

—¡Repámpanos, Jupe! —exclamó Bob—. ¿Puede este gato estar relacionado con la desaparición de Ra-Orkon?

Júpiter dio un respingo.

—No me extrañaría —admitió—. Pero no tengo la más remota idea de cómo.

Júpiter no soportaba ser confundido en sus investigaciones, y esta vez lo había sido en un grado que Bob no recordaba sucediera en anteriores trabajos. Ello le hizo olvidarse de Pete, hasta que el tercer investigador dijo:

—Bueno, ¿dónde supones que está Pete? Ya debimos de tener noticias suyas.

Júpiter no ocultó su sorpresa.

—Es cierto. Llamémosle por teléfono. Quizá esté aún con la señora Banfry.

Alzó el teléfono móvil, instalado en el lujoso coche Éste permitía cualquier comunicación aunque el vehículo estuviera en marcha. Primero llamó a la señora Banfry, quien informó de que Pete hacía mucho que se había marchado. Luego, al puesto de mando, pero no obtuvo respuesta. Su tío Titus dijo que Hans y Konrad se habían ido al cine en el camión pequeño. También informó, después de dar un vistazo, que la bicicleta de Pete seguía en Patio Salvaje.

—¿Dónde puede estar? —inquirió Bob, preocupado,

—Lo ignoro —Jupe sacudió la cabeza—. Es evidente que fue a la casa del profesor, si bien no tengo idea de dónde pueda estar ahora. No queda otra solución que aguardar a que aparezca. Confío en Pete.

Su confianza se hubiera alterado, empero, de saber que Pete y Hamid viajaban en el sarcófago de la momia, hacia un destino ignorado en alguna parte de Los Ángeles.



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